En el sueño de que me tocara la lotería de Navidad había olvidado que la probabilidad no es más que el 0.00001% y que como cada 23 de diciembre puedo decir que gozo de buena salud. La expectativa de obtener el Gordo es ínfima pero más complicado aún se va a poner apostar por la carambola de apoyos que facilitará la investidura del próximo presidente del gobierno sea quien sea.
Vaticinar el futuro de la política sí que es una lotería, así que disfruten, salten, bailen y pónganse tibios de dulces y bombones que enero tiene pinta de llegar con amarguras para repartir entre todos.